OPINIÓN

Encuestas y votos

Honorio FEITO | Lunes 16 de marzo de 2015
Los resultados de las últimas encuestas de intención de voto en Andalucía, dados a conocer la semana pasada, arrojan lo que he venido manteniendo en mis artículos desde hace meses, como respuesta a los alarmistas, a los que se dejan llevar por los medios de comunicación, a los que les gusta manejar los estados de ánimo en un movimiento de vaivén permanente, como si fuera el péndulo de un reloj. Remito al lector a mis artículos anteriores para comprobarlo.

Nadie niega, y yo tampoco, que el ascenso de Podemos a los lugares de privilegio electoral es un hecho evidente. Pero un hecho evidente no está necesariamente envuelto en la magia del prestidigitador, sino que tiene un por qué. En Podemos, del que algún día sabremos la fórmula utilizada en ese alambique en que se ha convertido la facultad de Políticas, de la Universidad Complutense del señor Carrillo –hijo, no confundir- hay una mezcla entre la estrategia bien planteada y el condimento ideológico que es el marxismo. La proporción de los ingredientes y unas gotas de angostura, para edulcorar- han colaborado también al ascenso mediático, sirviendo de vaso mezclador algunos medios de comunicación y, especialmente, algunas televisiones.

Al asomar por la izquierda, y al esgrimir la demagogia tan evidente, creo que nadie negará tampoco que el ya convertido en partido político debutó a favor de obra. Por eso, yo sostengo que, frente a la aparente alarma social –mejor socio-política- creada, Podemos se comería a Izquierda Unida y, en el mejor de los casos, al sector más a la izquierda del PSOE, dando por descontado que el Partido Popular no debería preocuparse, en principio, de ese desarrollo.

Ahora bien, las encuestas de intención de voto, que sitúan a la formación que dirige don Pablo Iglesias como la tercera fuerza, o el tercer partido más votado, me vienen a dar la razón porque, Podemos, lo que en realidad parece capaz de hacer es defenestrar a Izquierda Unida, y sumir a esta formación en el trastero del edificio electoral. Ahora, la pregunta es ¿Pactaría el PSOE de Susana Díaz con Podemos en Andalucía? Y a renglón seguido ¿Debería preocupar a don Mariano Rajoy, con vistas a un futuro electoral nacional, la presencia del partido del señor Pablo Iglesias en un pacto con el PSOE de don Pedro Sánchez? Aunque resulta arriesgado predecir el futuro, y más en política, yo me atrevería a decir que el riesgo con Podemos es el mismo que había con Izquierda Unida. Y algún lector, ojo avizor, me podría preguntar si considero yo si Izquierda Unida y Podemos son lo mismo… a lo que yo respondería que no, que no son lo mismo, pero que son parecidos.

En Podemos, tenemos la raíz ideológica de Izquierda Unida, a la que se suma el elemento joven. No quiero decir que exista una renovación de la ideología marxista en el componente de Podemos, sino que junto a los marxistas –que serían una renovación de los cuadros de Izquierda Unida, aún no quemados por el ejercicio de la política- conviven los jóvenes cada vez más alejados del compromiso ideológico –tanto marxista como de otros credos- hartos, cansados, defraudados, engañados, humillados y mal tratados por la partitocracia oficial.

Del alambique de la Universidad Complutense –por cierto, algunas facultades, entre ellas la mía, evidencian la degeneración y son presas de la suciedad y las pintadas, en cuyas paredes no queda un centímetro cuadrado limpio, libre de un trazo de pintura de spray, ni albergan ningún lema, frase o genialidad que identifique que allí se ubica un lugar referente de cultura, de enseñanza y de saber… por no hablarles de la de Derecho, con sus desvencijados muretes donde otrora se asentaban las barreras del aparcamiento, o la de Filosofía, el antiguo edificio A, cuando a la gente le daba por conocer la esencia del conocimiento y no la esencia del arte de manejar las cuentas de resultados, etc- pues, bien, de ese alambique que ha manejado el señor Carrillo hijo, ante la impunidad de las autoridades docentes y políticas, ha salido este cóctel que es Podemos, cuyos ingredientes parece que comienzan a resentirse apenas les ha dado el aire. Siento decirlo, pero esto tampoco es bueno para la democracia.